
Hay numerosos indicios de que semejante visión suicida de la situación es correcta. Sin embargo, la imaginación de la que actualmente disponemos emergió como un escalón final de la evolución a partir del concepto hacia el cálculo y la computación, y emergió como superación de toda esa evolución. No se trata pues, para nosotros, como se trata para los orientales, de rasgar los velos de las superficies para sumergirse en la nada que encubren. Se trata, para nosotros, de imaginar siempre más densamente, de la manera de escapar del abismo de la nada. Nuestros velos no cubren la nada, sino que son nuestra respuesta a la nada. Por más que nuestros velos se asemejen a los orientales, invitan a un compromiso opuesto. No a rasgarlos sino a tejerlos. No a darles la espalda para encarar la nada sino a darle la espalda a la nada para orientarse en el universo de los velos a fin de poder volverlo más denso.
(Vilém Flusser - El universo de las imágenes técnicas. Elogio de la superficialidad)